lunes, 18 de agosto de 2008

DIA ACIAGO

II CONCURS LITERARI"CONEX"11-06-1998
Segon Premi Narrativa en Castellá
Carlos Vidal

DIA ACIAGO

A medio desayunar, me angustié, por lo tarde que era.Salí disparado a retirar el coche del taller.

Los contratiempos empezaban este día.En el taller, se hallaba el ayudante mecánico solo.

El jefe, no tardaría en llegar, pero yo, no podía esperar. En definitiva, el coche estaba ya disponible

y a mí me urgía acudir a la cita en Sort.


El mecánico, argüyó la inconveniencia de llevármelo, sin antes conectar los indicadores del tablier

y realizar las pruebas pertinentes. Ni caso. Ya lo harían a mi regreso. No iba a perder un buen

negocio programado con tanta antelación, por llegar tarde a la cita.

Dirigiéndome en busca de la Autopista, la policía motorizada, me invitó a detenerme unos

instantes en el arcén. El tiempo justo para extender la multa por exceso de velocidad.

Si era tan amable, podía echar una firmita al papelito, que entre otras instrucciones, indicaba el

recurso a seguir para anular sus efectos.

Sin discusiones. Con tal de abreviar, valía la pena contribuir al Erario, si posibilitaba llegar a

tiempo para cerrar el trato comercial.

La cola en el peaje, me sacó de mis casillas. Nervioso, al frenar para sumarme a la comitiva,

resbalé el pié, dando un breve pero no intencionado pisotón al acelerador.El ocupante del

Mercedes alcanzado, al no descubrir daño alguno en su vehículo, con aire disciplente, me instó a

conducir con más cuidado.¿Sería martes y trece?. No, mi cita era el dieciocho.


En fin, sin más contratiempos, llegué a la cita, con diez minutos de ventaja.No había nadie. Media

hora después, tampoco. Temí lo peor. Negocio esfumado.

Telefonearía para indagar.Tampoco; no llevaba la agenda, ni recordaba el número. Me presentaría

directamente a las oficinas de Lérida. Allí me aclararían el fallo.

En un punto del trayecto entre Tremp y Camarasa, el motor inició unos estornudos. Lo que

faltaba : que el mecánico no hubiera realizado bien su trabajo.En la próxima cuesta arriba, se

silenció el motor totalmente.Indagar las posibles causas, me llevó bastante tiempo. Fui

reduciendo las mismas, por poco probables, hasta dar con la no atinada :

¡ falta de combustible !.Claro, ignorando el nivel por indicadores no conectados, debí prever tal

circunstancia. Sobraban lamentaciones.

Haciendo autostop, con el primero que se brindó, llegué a la gasolinera de Camarasa, donde me

facilitaron una lata de combustible.

Para volver a mi coche, no circulaba ningún vehículo dirección norte. ¿Es que este día se

concentraba el mundo al Sur?. Al fin un camionero que repostó, se apiadó de mí.

A la hora que era, ya podía prescindir de presentarme en Lérida y casi sería conveniente avisar a

mi mujer. A pesar de la reposición de carburante, el coche no arrancaba. A base de intentonas,

había anegado al carburador. Más pruebas, hasta mudar el ronroneo enérgico normal del demarré, por

otro débil y cansino. Me cargué la batería.

Aguardando una hora sin más intentonas, lograría reactivar su energía. Ya conocía este truco. A la

espera, me estaba entrando apetito; además el cielo ennegrecía. ¡Vaya día !. Con el escaso tránsito

acusado, no era prudente repetir autostop. Procedía actuar pacientemente.

La batería, permitió unas cuantas intentonas más con su habitual energía, hasta agotarse de

nuevo, sin ningún resultado. Entonces observé una pérdida de agua por la junta de la culata.

Esto, ya no tenía remedio. Debió calentarse el motor, sin enterarme. Mi falta de juicio al sacar el

coche del mecánico en estas condiciones, dieron estos resultados.

De noche era ya, cuando ingresaba mi desafortunado coche en un taller de Lérida, sin haber

probado bocado.Tomaría el tren para regresar a Barcelona y reparar fuerzas, para soportar las

aciagas incidencias.


El vagón del ten, se hallaba repleto. El único asiento libre, frente a un señor enfrascado en su

periódico. Antes de sentarme, le dije:

-¿No cierra la ventana?. El aire es frío y va a llover.

-Es igual. Da lo mismo.

Conteniéndome, ante tal falta de urbanidad, me dispuse a cerrarla yo.......

¡Era igual, daba lo mismo !. Faltaba el cristal.Corrido por el chasco y contrariado por las vivencias,

me senté desfallecido.

De noche, en Barcelona, tomé un taxi. La cancela del edificio cerrada y mis llaves, olvidadas en el

coche en Lérida. Las contrariedades no acababan. El taxista, me ofreció monedas para llamar por

teléfono a mi mujer, desde la cabina de la esquina. Se hallaba sin luz, con los cristales de la puerta

rotos.


Por lo menos a tientas, podría marcar el número. Al abrir la puerta, me clavé un cristal en la

mano, desprendiendo unas gotas de sangre. Al chupar para contener el fluido, me manché la

camisa recién estrenada.

Desistí la llamada, al observar cómo iban a entrar unos vecinos. Afortunadamente esto salía bien.

Al abrir la puerta del piso, mi mujer exclamó :

-¡¡ Al fin sabemos de ti !. ¿No tienes que madrugar mañana para tu cita en

Sort?.____________________________________________________________________