lunes, 2 de julio de 2012

AVENTURAS DE TODOS LOS COLORES

Coproducción Intercontinental

Por Avicarlos-Caracolamarina
Cap 39
Garrao, no se atrevía a dar conformidad al aumento del canon establecido con Rainiero a través de Ricard. Tendría que consultarlo con Makrau. Pero la petición que realizaba Ricard, tenía lógica.
El depósito de cocaína utilizado en el Museo Oceanográfico consistía en la réplica exacta del Batiscafo que sumergíó a August Piccard, a las profundidades marinas que llegó, batiendo récord mundial en 1959. hasta los 5.846 metros.
Para los visitantes del Museo, era un espectáculo al que accedían sin derecho a inspeccionar su interior, pero en las fiestas señaladas por el Principado, se hacía una excepción y los curiosos visitantes entraban al interior y manejaban sus instrumentos.

El camuflaje para la droga era perfecto. Se comportaba el batiscafo como una cámara acorazada, a la que nadie podía acceder. Y el resultado fue bueno ya que durante meses, se atiborró de toneladas de droga, con solo tres personas conocedoras del secreto.

Se avecinaban las fechas de permisión del acceso al interior del batiscafo. La droga había que desplazarla y con la cantidad de fardos acumulados, era complicado su disimulo. Ricard, propuso un aumento tributario, con el cual se harían cargo de los gastos de construcción de un segundo batiscafo. Lo situarían ya en aguas Mediterráneas y se consideraría una nueva atracción ya que los visitantes incluso podrían descender a cien metros de profundidad con él, mientras el primitivo, seguiría como reliquia, intocable.

Makrau, dio su conformidad y Garrao, de inmediato dirigió su camión hasta Lausana, para recoger el dinero pactado como pago inicial. Era la primera vez que Garrao se presentaba en Lausana, aunque no le extrañó, dada la afición de Makrau a no repetir lugares de encuentro.
Sin embargo esta vez, al llegar a la calle de la cita notó raros movimientos por concentración inusual de vehículos. Para aparcar tuvo que maniobrar tras dar la vuelta a la manzana del apartamento de Makrau. Le llamó para advertirle su llegada, a la par de su extrañeza de hallar tan concurrida su calle nada céntrica.
La inocente apreciación, encendió la bombilla de alarma en el cerebro de Makrau. Vió por la ventana el despido del taxi de Annecy. Y efectivamente, en una calle normalmente desierta, se ubicaban varios vehículos realizando maniobras de aparcamiento.

Llamó por el celular a Annecy, para que se dirigiera a un local de bebidas, en vez de entrar al domicilio objeto de su cita. Estuvo atento al movimiento de los ocupantes de los vehículos recién aparcados. Tal como supuso, dos hombres con meditado disimulo, la siguieron. Automáticamente, llamó a Garrao para que se dirigiera también al local donde entraría Anneccy. No la conocía, pero ahora debía ponerle sobre aviso, de que era un señuelo a las órdenes de la policía. Tenía que llevársela en su camión, sin que los seguidores tuvieran ocasión de contactar con ella y menos con él.

Dio a Garrao el número de teléfono de Annecy para que fuera él mismo quien le diera instrucciones y desapareciera ante los ojos de sus seguidores. Garrao, hizo que Annecy saliera por la puerta trasera del local y subiera al camión allí aparcado.
Annecy, no entendía nada. Su amante monstruo, deliraba. Pero a ella cada vez más aterrada, las fuerzas la abandonaban. Tuvo dificultad en subir al alto descansillo del camión. Garrao la ayudó y salieron de estampida. En la huida, se enteró de la película.

Mientras, los afganos, vieron como dos hombres, supuestos emisarios de Makrau, seguían a Annecy. Ellos aguardaron tiempo prudencial, hasta que nerviosos por la tardanza, se acercaron a los polis, desconocidos por ellos. Los polis los tomaron por narcos de Makrau. Ante las dudas sacaron las armas, a lo que respondieron los afganos. Sin comerlo ni beberlo, se entabló la primera refriega de policía contra narcos por las calles de Lausana.

Saludos de Avicarlos.

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